jueves, 1 de diciembre de 2016

Fin de la revolución.

Tu cuerpo y el mío.
Fusionándose bajo el juicio de tus sábanas.
La revolución encarnada en dos cuerpos.
La octava maravilla del mundo enfrente.
Cara con cara.


Que estuvieses conmigo era blasfemia,
injuria.
Yo haciendo un pacto con el diablo.
Dejando de lado tu divinidad.
Convirtiéndote en alguien vil, 
sin escrúpulos.
La mejor descripción que nadie hizo de mí.

Todo terminó.
Como siempre.
Como nunca.
Nos faltó tiempo.
Nos sobraron ganas.
Estábamos condenados desde antes de mirarnos por primera vez.
Cuando nos miramos,
lo supiste.
Lo ignoré.


Se acabó la revolución en el momento en el que abandonaste el nido 
y los cuervos se quedaron sacándome los ojos.
Me quedé tan ciego que perdí la confianza en todo.


Incluso en mi.

miércoles, 30 de noviembre de 2016

Una noche de verano

A la chica rubia de aquel garito:
Te quiero.
Estoy loco al pensar que pueda quererte.
Pero te quiero.
Es la primera vez que te veo y ya movería el cielo por ti.
Llámalo amor a primera vista.
Llámalo como quieras.
Pero llámame.

Quizás nunca vuelva a verte.
Ese peinado de modelo.
Esa mirada furtiva buscando llamar la atención.
La mía.
Esa manera en la que susurrabas Skiny Love a aquella calurosa noche.
Esa falda larga que resultó ser mi mayor perdición entre copa y copa.

Al final te marchaste.
Como ocurre con todo.
El rastro de la divinidad paseando por las calles oscuras mientras yo aún recordaba cómo se movía tu culo.
Como un idiota sonriendo,
pensando que me mirabas a mí
y no a aquel camarero que te invitaba a otra cerveza.

Acabo la copa.
Cojo tu recuerdo y mis penas.
Arranco el motor.

Todavía hay un sitio donde me echan de menos.

viernes, 25 de noviembre de 2016

Amanecer vacío.

El alcohol nos apuntó como si fuésemos cómplices del mayor robo de la historia.
No fuimos lo suficientemente fuertes y confesamos.
La ginebra dejó de estar en nuestros vasos y pasó a estar dentro de nosotros.
No habíamos cruzado palabra en toda la noche.
La gente desapareció de nuestro alrededor.
Te miré.
Me miraste.
Me levanté.
Te levantaste.

Poco a poco avanzábamos
Cada vez estábamos más cerca del precipicio.
El acantilado nos susurraba que saltásemos al vacío.
Nos acercamos tanto que ya no había distancia entre los dos.
Nos besamos.
Poco a poco empezamos a perder la ropa.
La noche nos cubría con un manto de estrellas.
La luna nos miraba recelosa.
Pusimos el grito en el cielo.
Pusimos el llanto en el suelo.
Nos amamos tan bien esa noche que pareció real.
Cuando llegó el amanecer,
Acabó la noche.
Y nosotros no habíamos empezado.
La botella descansaba vacía en el suelo.
Yo descansaba vacío en la cama.
Ya no estabas.
Nunca habías estado.
Habías sido un espejismo todo el tiempo.
Toda la vida.

Estaba solo.
Sin nadie a quien contar
que te había besado.
Sin nadie a quien contar

que estaba loco.

jueves, 24 de noviembre de 2016

El metro del olvido.

Te espero en el andén de aquel metro al cual me mandaste la última vez que te vi.
Pensaba que vendrías por detrás,
me taparías los ojos y me dirías al oído tu nombre.
Yo me daría la vuelta para impactar con tu sonrisa,
desconocida,
pero preciosa.
Te invitaría a una cerveza.
Tendría envidia de ella.
Te contaría chistes malos.
Tú te reirías producto del alcohol.
Yo sonreiría producto de tu sonrisa.
Quizás me atrevería a rozar tu cuello con mis labios.
Mirarte a los ojos e invitarte al baile de mi vida.
Empezar a bailar y acabar exhaustos.
Juntos.
Mirando las estrellas.

Pensaba...
Aquí sigo esperando en el metro al que me mandaste.


El del olvido.

miércoles, 23 de noviembre de 2016

Amansando fieras.

Ya no me calma la música como amansa a las fieras.
Ya no quiero escribir.
No quiero nada.
Estoy derrotado.
Cansado.
Agotado.
Súmale a toda la frustración propia tu puta indiferencia.
Réstale las sonrisas,
que ya no están.
Y multiplícalo por el desprecio de tu mirada que me mira como si fuese un ser repulsivo y sin humanidad.
Párate y ten los cojones de mirarme.
Mírame bien,
como cuando penetrabas mis pupilas en busca de una justificación para mis ojeras y mi tristeza.
Esa puta justificación que ya no encuentras porque estás más preocupada en cosas que ni tu misma conoces.
O no te atreves a reconocer.
Subámonos en un avión y estrellémonos contra tu puta indiferencia a ver si así te das cuenta de que de lo que sembramos, recogemos.
De que si arrasamos la plantación lo único que nos quedará será tierra podrida y alguna ceniza.
Ceniza de los recuerdos de nuestra ave fénix,
la cual no tuvo suficiente valor para resurgir y retomar el vuelo.
Así que mientras yo escribo esto,
sigue amansando fieras con la música de tus caderas.
Yo esperaré al más leve acorde de melodía para,
por fin,

descansar eternamente.

martes, 22 de noviembre de 2016

Libros.

Quería verte por última vez.
Por si decides no volver.
A verme.
Sé que no tengo derecho a exigirte nada.
Pero quería verte por última vez.

Tu mirada,
que ya me encandiló una vez,
lo volverá a hacer.
Esta vez encandilará a otros ojos.
Cómo si el mundo fuese capaz de salvarse de ti.

Lo único que te pido es que te salves de ti.
Huye cuando no te quieras.
Aprende a quererte cuando llegue el momento en el que no te soportes.

Yo vi en ti infinidad de cosas buenas.
Lo juro.
Pero me enamoré de cada defecto.
Haz eso cuando tengas que quererte
Siempre.

Sé que el amor nunca dejará de llamar a tu puerta.
Pero espero que siempre que llame sea para quererte fuerte.
Pero sobre todo bien.

En esto del amor me hiciste experto tú.
Sin apenas conocer la vida suficiente.
Aquí me tienes escribiendo algo que quizás nunca leerás.
Algo que probablemente te de igual leer.
Algo, que con el tiempo, se ha convertido en meras letras de tinta en una hoja de papel sin significado real.

En eso nos convertimos.
En páginas de un libro que pasamos cuando acabamos de leerlas.
En capítulos que acaban.
En libros que dejamos olvidados en cualquier estantería deseando que el tiempo o el destino no nos haga encontrarlos de nuevo.
Llenos de polvo esta vez
O hechos polvo,
que para el caso es lo mismo.
Y nos haga sangrar lo que una vez casi nos mató.

Y aquí tienes la despedida.
Se acabó la tinta del bolígrafo
Ahora escribo con la sangre que brota de unas heridas,
que serán cicatriz gracias a la nueva persona que conocí.
Saluda a mi nuevo amor.

Salúdame.

domingo, 20 de noviembre de 2016

Las ganas que te tengo.

“Te quiero” susurraste al oído después del último grito de placer.
A continuación te dormiste en mi pecho.
Arropada en mis brazos.
Yo no podía dormir.
Solo podía mirarte.
Imagina tus sueños
deseando verme en ellos.
Observaba tu respiración.
Me intentaba alinear contigo.
Hacer de nuestra respiración un único suspiro.

Juro que mi corazón podría haber corrido una maratón en tiempo record.
Yo,
por el contrario,
hubiese tardado una eternidad en recorrer tu cuerpo.
Me pararía en cada centímetro de piel.
Cada lunar.
Para morderte
y recordarte

las ganas que te tengo. 

jueves, 17 de noviembre de 2016

Levanta pequeña.

Gris nos aplasta el cielo que cae sobre nosotros triste y pesado
como la vida misma.
Sé que cuando esas nubes estén a punto de alcanzarte.
En ese preciso instante,
te sentirás vacía.
Sola.
Tanto que quizás no tengas ni siquiera fuerzas para seguir leyendo esto.
Pero también me permitiré la libertad de decirte algo: "Los grandes imperios surgieron de ruinas".
Ruinas como las que tú levantas cada mañana cuando la alarma suena
y pone tus sueños almohada arriba
hasta que se desvanecen.
Disfrazas con maquillaje tus desvelos nocturnos enjugados en baños de sal provenientes de tus pupilas.
Aquellas que clavabas en mí mientras yo te susurraba al oído que la poesía no la inventó Bécquer.
Ni Neruda.
Porque la poesía se convierte en tu sonrisa cuando ves tu serie favorita.
Cuando cantas en la ducha.
Cuando bailas como una loca en cualquier fiesta.

Así que,
tú,
levántate.
Coge esa pena que llevas por mirada

Y empieza a iluminar el mundo a cada paso.

miércoles, 16 de noviembre de 2016

Pesadilla.

No me di cuenta hasta que no me quise dar cuenta.
Entraste.
Arrasaste.
Saliste.
Yo mientras tanto dormido en el ojo del huracán.
La tormenta perfecta.
Ajeno al fenómeno meteorológico que eras.
Que eres.
Inundando a cada paso que das
cada centímetro de los lugares más oscuros de mis pesadillas.

Desperté.
La cama revuelta.
Mi vida deshecha.
No supe ver la tormenta.
La calma se adueñó del cuarto.
Silencio.

Soledad.

martes, 15 de noviembre de 2016

Era.

Era preciosa.
Era perfecta, joder.
Era de esas capaces de mirarte y romperte.
Ella era la cuerda floja y tú la soga al cuello.

Ella era las golondrinas de Bécquer volviendo, esta vez, a mi corazón.
Ella era un concierto de heavy escuchado en versión acústica.
Ella era rock del duro,
y a la vez música clásica.
Ella era cerveza con los colegas.
Ella era el verso hecho arte.
Sus labios, su sonrisa,
eran pura poesía.
Sus ojos más claros que la cristalina agua oceánica.
Su mirada tan penetrante
pero a la vez tan dulce y tranquila.
Su respiración era tan pausada que era capaz de amansar a una jauría de fieras hambrientas sin tan siquiera tocar un acorde.
Su voz era tan melodiosa que los músicos la odiaban cada vez que hablaba.
Su cuerpo era la guitarra que todo hombre desea tocar una vez en su vida
-aunque no tengas ni puta idea de música-
Sus pies eran el cimiento que sostenía a la octava maravilla del mundo
-para mí era la primera y única maravilla existente-.

Debido a su locura
-tenía la vida patas arriba y la cabeza en los pies-
su cabeza acumulaba más desgracias, penas y preocupaciones por metro cuadrado
que lo que puede llover en cualquier patio durante toda una vida
O dos.


Y su corazón era tan grande que de tanto querer se convirtió en piedra.

lunes, 14 de noviembre de 2016

Despierta.

Vivo en algo que no ha llegado todavía.
Vivo en alguien que no ha llegado todavía.
Vivo en lugares que no he visitado todavía.
Vivo en ti
sin que estés.
Vivo con el firme deseo de que abras las alas y vueles.
Alto,
bien alto.
Vivo con las ganas de besar cada cicatriz del lienzo que es tu cuerpo.
Con el humilde objetivo de que cuando dejen de doler seas libre.
De que dejes de ser esclava de una sociedad que te moldea con unos ideales de belleza absurdos e insanos.
Que eres bonita así.
Siendo tú.
Que vistas como te dé la gana porque te tienes que gustar a ti.
Ningún gilipollas merece que derrames una sola lágrima por él.
Tú mereces sonreírte cada mañana en el espejo con esos labios que disparan vida.
Con esos ojos que gritan revolución.
Salir a la calle con la ilusión por bandera.
Mostrar al mundo que la niña insegura se ha quedado en casa para siempre.
Que hoy ha salido la mujer guerrera.
La mujer tornado
que va a poner el mundo patas arriba.

Saca las alas y vuela.
No hay nada más bonito que apreciar la libertad que han luchado tantas mujeres,
Y que ahora,

disfrutas tú.

domingo, 13 de noviembre de 2016

Comienzo.

Apareces de la nada.
Como siempre.
Yo me quedo como aquel que ve el sol por primera vez.
Anonadado.
Cegado.
Por tu sonrisa.
En ese momento me siento como Adán
a punto de morder la manzana.
A punto de ser arrastrado fuera del paraíso.
A punto de cometer el pecado de enamorarme de ti.
De susurrar tu nombre al viento.
De acercarme a ti,
y decirte:
“¿Dónde has estado todo este tiempo?
¿Cuánto tiempo ibas a tardar en aparecer?
¿Por qué has tardado tanto en venir?"


Has puesto todo patas arriba.
Has traído contigo la revolución.
La felicidad.
La risa.
La primavera,
en pleno invierno.
Has encajado tantas piezas en este puzzle que es mi vida.
Has encontrado piezas perdidas
de cuando me di por vencido.
Has iluminado cada rincón de mi triste habitación
con la poesía que disparas en cada pestañeo.
Con cada verso que sale de tu boca
de tus labios cuando sonríes.
Mordería cada manzana del puto paraíso si después de eso estás tú.
Esperándome.

Como te he estado esperando todo este tiempo.