Te espero en el andén de aquel metro al cual me mandaste la
última vez que te vi.
Pensaba que vendrías por detrás,
me taparías los ojos y me dirías al oído tu nombre.
Yo me daría la vuelta para impactar con tu sonrisa,
desconocida,
pero preciosa.
Te invitaría a una cerveza.
Tendría envidia de ella.
Te contaría chistes malos.
Tú te reirías producto del alcohol.
Yo sonreiría producto de tu sonrisa.
Quizás me atrevería a rozar tu cuello con mis labios.
Mirarte a los ojos e invitarte al baile de mi vida.
Empezar a bailar y acabar exhaustos.
Juntos.
Mirando las estrellas.
Pensaba...
Aquí sigo esperando en el metro al que me mandaste.
El del olvido.
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